El solar andaluz acumula varios milenios de ocupación humana y procesos civilizatorios que han modelado su configuración natural para adaptarlo a las necesidades de sus poblaciones. Su evolución histórica lo es también del uso y aprovechamiento del agua, y de sus modos de aplicación a la agricultura deviene la variedad y diversidad de modelos agrarios.
Existe una larga tradición del agua en la agricultura del Valle del Guadalhorce en la que aún en la actualidad tienen una especial significación cultural y técnica. Existen razones naturales que explican este hecho, por ejemplo, las condiciones de continentalidad y escasas lluvias, han llevado a manipular las aguas para obtener un aprovechamiento mayor de tierras más pobres. Pero también, que muchas fundaciones de asentamientos venían condicionadas por el recurso agua y sus posibilidades de manejo tanto para la agricultura como para el abastecimiento.
En los agro-ecosistemas tradicionales es frecuente la existencia de huertas regadas con una finalidad de abastecimiento de productos frescos para el autoconsumo o para mercados locales. Riegos que se logran desde las captaciones directas de ríos y arroyos o bien de los recursos subterráneos.
El regadío constituye un tema central en la política agraria del siglo XX, al considerar que el aumento de la productividad por el riego supondría la solución al problema crónico del campo: la denominada “cuestión de la tierra”, y toda la conflictividad social que conlleva. La imagen actual del regadío procede de las políticas de colonización de las últimas décadas: obras hidráulicas de saneamiento y transformación, asentamientos de colonos… a iniciativa del Estado y con un gran despliegue normativo y de planificación técnica.
La última fase corresponde a un modelo en el que prima el criterio de eficiencia económica de las nuevas explotaciones, y, más recientemente, una creciente conciencia de respeto en el manejo y gestión de los recursos naturales, y el agua de forma destacada.
El elemento diferenciador de la comarca a la que debe su nombre es el río Guadalhorce, el río más largo y caudaloso de la provincia de Málaga.
Plano geométrico de la Vega de Málaga, c. 1.826.
Cartoteca Histórica del Servicio Geográfico del Ejército.
Acequia morisca del Algarrobo, Huertas Viejas, Coín.
Acequia del Molino Morisco de los Corchos, Alhaurín el Grande.
Vista del río Guadalhorce desde el mirador Ali Ben Falcum “al Baezi” Álora (Málaga)
El cultivo de los cítricos, conocido desde la Edad Media en el Valle del Guadalhorce adquirió una importancia vital en la comarca durante la época Contemporánea. Es indudable que sin el impulso dado a la agricultura durante este periodo sería imposible imaginar las grandes extensiones de naranjos y limoneros de Álora, Pizarra, Cártama, Alhaurín el Grande o Coín.
El fin de estos productos no solo era la comercialización para el consumo directo, sino que la exportación o los mercados locales tenían otra actividad complementaria: el secado de sus pieles en los cascareros.
Ilustración de un Cascarero del Valle del Guadalhorce. Autor: Mimo.
Una vez secas, las cáscaras eran transportadas para utilizarlas en la fabricación de pólvora. El hecho de que el fin de esta materia prima fuese el transporte será clave para que estas construcciones conociesen su auge a partir de la llegada del ferrocarril, cuya primera línea en la comarca (Málaga-Álora) fue inaugurada en 1863. Desde entonces, comenzarán a construirse, además de zonas con grandes extensiones de cítricos, en las proximidades de las estaciones de ferrocarril.
De esta manera, si hay un lugar en nuestra comarca en la que predominen los cascareros ese es el colindante a la línea comprendida entre las estaciones de Pizarra, y la parada de Las Mellizas (Álora). Además de en estos dos pueblos, aunque en un número mucho menor, también existen construcciones de este tipo en Alhaurín el Grande, Cártama y Coín.
Las nuevas tendencias de consumo y la necesaria sostenibilidad de los sistemas productivos locales están introduciendo un nuevo concepto de agricultura que no es el meramente productivo, ya que también tiene en cuenta la conservación del medio ambiente, el paisaje, el mantenimiento de la biodiversidad y la contribución a la vida social de los habitantes de la zona.

En el último inventario citrícola realizado en la comarca del Guadalhorce (SIG Citrícola, 2006) se delimitó una superficie de cítricos de 8.456,7 ha. Atendiendo a una clasificación por especies, el limón figura como el cítrico más abundante, con unas 2.561,9 Ha cultivadas (variedades Verna y Fina principalmente). A continuación se encuentra el naranjo, con una superficie de 1.292,9 ha, que incluye una amplia gama de variedades: Navelina, Washington Navel, Lane Late, Navelate, la variedad del Citrus sinensis Oro, la blanca Calabacilla, blanca Valencia Late, etc. Por último cabe destacar también la superficie de cultivo dedicada al mandarino, 578 ha con variedades como Castellana, Fortune, clementina Clemenules y el híbrido Clemenvilla o Nova. En la zona también existen 113,6 ha de otros cítricos como el pomelo.
Es difícil establecer una descripción estándar de una plantación de cítricos en el Valle del Guadalhorce, debido a la alta heterogeneidad de factores físicos (suelos, clima, disponibilidad de recursos hídricos…) y factores socioculturales (estructura de la propiedad, actividad económica…) que se dan en la zona. Los marcos de plantación son muy variables, ajustándose en la mayoría de las fincas a valores de 6x4 m y 5x4 m. Fundamentalmente se trata de árboles adultos, con edades que superan los 10-12 años.
La mayoría de las plantaciones de cítricos se encuentra en la llanura de inundación de los ríos Guadalhorce, Grande, Fahala y Campanillas. Varios son los factores que han contribuido a este hecho. Por un lado estas plantaciones están situadas en suelos con mejores características edafológicas, ya que abundaban los entisols, suelos profundos, con texturas francas, formados por aportes recientes del río. Por otro lado, al estar situadas en la vega, disponen de mayores recursos hídricos, puesto que se encuentran enmarcadas dentro de comunidades de regantes históricas anteriores a los planes de riego, que disponen, además de los recursos de los embalses, de concesiones para captar aguas superficiales de los ríos. Asimismo, en estas parcelas resulta más factible la utilización de aguas subterráneas, ya que se encuentran niveles piezométricos más superficiales. Todo ello, unido a un mayor tamaño de las explotaciones, ha condicionado que la actividad agrícola de la zona regable esté más concentrada en estas áreas.
Estas circunstancias, sin embargo, no se dan en las zonas más elevadas de los regadíos del plan Guadalhorce, donde además han afectado en mayor medida los años de sequía. Es frecuente observar aquí parcelas abandonadas debido, por un lado, a que en esta zona las infraestructuras hidráulicas se encuentran más deterioradas por la abundancia de arcillas expansibles que han ocasionado multitud de problemas en la estabilidad estructural de las acequias y, por otro lado, a que estas zonas están menos dotadas de recursos subterráneos.
Las buenas condiciones climáticas de la zona posibilita el cultivo en algunas áreas de frutales subtropicales como el aguacate, el mango y el chirimoyo.
Dentro de la zona regable se encuentran huertas en los piedemonte de Alhaurín el Grande y Coín, donde se cultivan tomates, pimientos, patatas, lechugas, berenjenas, etc. Aquí predominan las pequeñas explotaciones agrícolas, algunas de ellas destinadas a autoconsumo. Estas huertas se han mantenido en parcelas de comunidades de reganes históricas y en zonas donde existen pozos.
También se hallan cultivos hortícolas en zonas bajas del río, donde tradicionalmente se ha cultivado la caña de azúcar. En estos casos las explotaciones son mayores y tienen un carácter más intensivo. El cultivo predominante es la alcachofa aunque también hay plantaciones de melones, sandías, etc.
En la actualidad algunos modelos tradicionales se están recreando, con sus particularidades funcionales y económicas, haciendo que saberes y habilidades ligados a prácticas tradicionales vuelvan a cobrar vigencia. La agricultura ecológica, en su versión productiva contemporánea, la demanda de huertos de ocio en medios urbanos, o su dimensión didáctica, son algunos ejemplos para que un recorrido por la historia de las huertas tradicionales no se limiten a las zonas que históricamente han tenido esta característica. Debe servir como referencia tanto de modelo de organización del espacio y del uso de técnicas agronómicas, como de la valoración y aprecio de estos lugares por la población en los que las fronteras entre lo urbano y lo rural se van diluyendo.
La agricultura ecológica ha tenido un importante desarrollo en los últimos años, motivada principalmente por una mayor preocupación de los/as consumidores/as por la calidad y seguridad alimentaría de los alimentos que consumen. En este sentido, la certificación de agricultura ecológica garantiza que no se han utilizado productos fitosanitarios ni químicos de síntesis en su producción, y una mayor sensibilización hacia la protección del medio ambiente, este concepto de agricultura apuesta por la sostenibilidad y equilibrio natural de los agro-ecosistemas al mismo tiempo que el paisaje agrario como elemento de identidad y calidad territorial cobra especial importancia.
En esta línea, la comarca del Valle del Guadalhorce se localiza en una zona donde podemos encontrar multitud de alimentos en las distintas estaciones del año y cuenta con posibilidades de comercialización de la producción ecológica en circuitos cortos y Km 0-Slow Food. pues está situada en segunda línea de costa, en una zona muy cercana a la costa del Sol y Málaga donde se encuentra una importante población de consumidores/as con mucha más conciencia y formación en el consumo de alimentos ecológicos. Es conveniente aprovechar esta oportunidad y comercializar la producción del Valle del Guadalhorce en circuitos más cortos de comercialización eliminando intermediarios e incrementando el valor añadido que los/as productores/as pueden recibir por sus alimentos.
Algo más de 2,5% de superficie agrícola útil del Valle del Guadalhorce se encuentran inscritas en la Asociación Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, uno de los organismos certificadores que existen en Andalucía, y tal como se desprende de las estadísticas esta tendencia va en aumento, pues según las estadísticas en la provincia de Málaga hay más de 17.000 Ha en conversión, es decir más de tres veces la superficie actual.
El consumo de alimentos ecológicos de temporada, se plantea como una forma de consumo responsable, puesto que por un lado los sistemas de producción ecológica utilizan menos inputs y son energéticamente más sostenibles y por otro lado el consumo de los productos locales supone un importante ahorro energético, en cuanto a transporte y gestión de almacenamientos.
Los costes de producción de productos hortícolas, principalmente, fuera de sus estaciones tradicionales de producción se disparan y la producción de los mismos necesita importantes aportes energéticos. Además este tipo de cultivos fuera de temporada tienen un importante impacto sobre el paisaje, llegando a cambiar el paisaje de una región drásticamente.
Con el consumo de productos ecológicos de temporada conseguimos dos objetivos fundamentales para nuestro territorio: por un lado fomentamos el consumo de alimentos de calidad y por otro apoyamos el desarrollo de un sistema agrario sostenible y que contribuye a la conservación del paisaje. Para ello es necesario fomentar cambios en las actuales formas de consumo, reeducando a la población en el consumo de alimentos ecológicos producidos en su propio territorio aprovechando las especiales características agronómicas del mismo que nos permite disponer de una amplia diversidad de cultivos en todas la épocas del año.
Mediante la eliminación de intermediarios conseguimos dos objetivos básicos, por un lado el/la consumidor/a puede adquirir alimentos ecológicos a unos precios más competitivos y por otro lado el propio productor/a adquiere mayor valor añadido por su producción.GDR Valle del GuadalhorceC/ Caña, S/N. 29569. Cerralba-PIZARRA (Málaga)
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