La cultura del agua, el apego a la tierra y a la cultura de la huerta que manifiestan las gentes de la comarca tras años de tradición, los diferencia y los convierte en el caldo de cultivo que hace viable la conservación de la Huerta del Guadalhorce.
El geógrafo Antonio Fernández, define el paisaje cultural como “el resultado de la aplicación, por parte de unas comunidades, de un conocimiento adquirido con el tiempo y transmitido de generación en generación sobre los modos más óptimos de explotar un territorio, en función de las limitaciones, dificultades y recursos que éste ofrece” y añade además que, en ellos “la convivencia entre las comunidades y el territorio se establece a partir de unos principios de conocimiento, dominio y respeto por el medio, puesto que ésta era la única forma de asegurar el autoabastecimiento energético y de subsistencia de la comunidad”.
Tradicionalmente, la costumbre que alienta la huerta suponía igualmente una sinergia que abarcaba otros elementos de índole popular como pueden ser las acequias y sistemas de riego. De ahí que en el diagnóstico de la Huerta del Guadalhorce sea indispensable una reflexión sobre el mundo rural en nuestra zona desde un punto de vista amplio e integrador.
La Huerta es al mismo tiempo motivo y entorno de la fiesta en la cultura popular rural. En el marco incomparable de sus ranchos se han celebrado los llamados ritos de paso, como los bautizos, las comuniones, las bodas y otros eventos. En ellos se ha cantado y se ha bailado a la riqueza de esta tierra. Son destacados ejemplos la fiesta de San Juan, culminación de la cosecha del verano, la fiesta de la Trilla, o la que reunía a los vecinos para “desayar” el maíz, o la de la matanza… Todas estas manifestaciones eran una invitación a la cohesión de una comunidad que compartía las alegrías después de los sinsabores del duro trabajo.
Especial identidad tienen las faeneras por la faena que realizaban antiguamente las mujeres del Valle del Guadalhorce. Ellas manipulaban los frutos del campo como los cítricos, almendras, higos, etc. En la primera mitad del siglo XX. Se encargaban de limpiar, envolver y empaquetar los cítricos que posteriormente se exportaban a Europa y otros lugares.
Las faeneras estaban especializadas según la forma de manipular el fruto en:
Huertas tradicionales del Partido de Urique-Las Torres, Alhaurín el Grande
GDR Valle del GuadalhorceC/ Caña, S/N. 29569. Cerralba-PIZARRA (Málaga)
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